Inaceptables las «explicaciones» del Ministerio de Hacienda sobre el IVA que pasa a aplicarse a muchos sectores de la Cultura. Declaraciones como la de que el Gobierno «ha reclasificado el IVA de ciertos productos de entretenimiento como las entradas de los espectáculos (cine, teatro y otros) que pasan al tipo general del 21 %. El tipo general del IVA se aplica también en otros países del entorno como Francia, Reino Unido y Portugal» no son de recibo. De entrada porque no es cierto. El IVA aplicado a las artes plásticas en los países de nuestro entorno es menor. Adquirir un cuadro en Francia o Gran Bretaña supone pagar un impuesto reducido (creo recordar que en el segundo de esos países es del 5%).
Pero además, esa división entre entretenimiento y cultura es espeluznante. Es posible que un Gobierno acorralado a críticas desde multitud de flancos por la subida del IVA, haya recurrido al truco de la manipulación semántica. ¿Por qué no? Es lo que parece estar haciendo, en la estela de lo que ya hicieron los gobiernos de Rodríguez Zapatero. Casi todo lo malo se pega con rapidez.
Y además, el recurrir a esa dicotomía falsa cultura-entretenimiento no sale del aire. Llevamos un tiempo oyen y leyendo acerca de que «la cultura no es entretenimiento», «no hay que confundir cultura con entretenimiento» y expresiones por el estilo. Y si eso empezó como la reflexión sincera de ciertos intelectos cultivados, pronto se extendió y se convirtió en la tapadera de «quítale la subvención a otros sectores, pero al mío no».
Así que ahora al Gobierno le ha sido fácil recurrir a ese mantra. Solo ha necesitado darle la vuelta para apuntar con él contra los mismos que lo enarbolaban.
Esa distinción desde el Ministerio entre cultura y entretenimiento es tremenda e inaceptable, y lo es por dos razones fundamentales.
La primera porque el área administrativa Cultura se dedica a regular, ordenar, etc., todos aquellos segmentos englobados bajo la misma. Así de sencillo. De hecho, puede variar. Espectáculos Taurinos estaba hasta hace menos de un año en Interior, no en Cultura. Y Prensa bien podría estar fuera de Cultura.
Que ahora un Gobierno establezca esa división y grave a unos segmentos o actividades con un IVA y a otros les mantenga con el reducido o superreducido crea una especie de «cultura vip» y «cultura turista». Y eso no puede ser. Si uno pretende imponer distintos impuestos a diferentes sectores, no debe recurrir a argumentos como esos.
Entre otras cosas porque, aunque es cierto que cultura no equivale a entretenimiento, la cultura sí puede ser entretenimiento y viceversa. Es como decir que el ser humano es algo más que materia orgánica. Es cierto. Pero también lo es que sí es materia orgánica. La dicotomía en sí es absurda. No son términos iguales pero tampoco lo son antagónicos.
La segunda razón es algo que a mí, en particular, me resulta espeluznante. Parece que el PP –que siempre han sido un poco los japoneses (los de antes) de la política española, en el sentido de su capacidad de hacer copias baratas pero eficaces de propuestas ajenas- no solo han clonado esta legislatura las tácticas de manipulación del lenguaje del PSOE. También ese sentido de superioridad, de pastores intelectuales de la ciudadanía. Porque esa división entre cultura y entretenimiento implica el considerarse con la capacidad y la potestad de decidir qué es cultura y qué es solo simple evasión. Y eso es terrible.
Eso sí, no debe de asombrarnos que unos y otros consideren antagónicos cultura y entretenimiento. Eso quiere decir que consideran que cultura es sinónimo de aburrimiento. Lógico. Es congruente con nuestra historia de siglos. No por nada en El nombre de la Rosa, el enloquecido religioso que trataba de destruir el libro de Aristóteles sobre la Risa –considerando que la risa y el esparcimiento eran malos para el espíritu humano- era español. Y así seguimos muy en el fondo: considerando que la diversión es de baja estofa, que la cultura ha de ser engolada y pomposa.
Y así nos va.
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